lunes, 9 de diciembre de 2019

En Moto por Galicia: Faros Costa da Morte. Una ruta Improvisada


  El otoño suele ser una de las épocas más bonitas del año para rodar en moto, y para hacer casi cualquier cosa que no sea ponerse el bañador, y rebozarse en la playa (por lo menos en el norte).  El paisaje cambia, la luz se hace más tenue, las temperaturas se suavizan, y los días se acortan a medida que la estación avanza, para dar paso al crudo  y frío invierno.

Había pasado más de un mes desde mi última visita a las montañas del este gallego, y oeste asturiano en  “Una Memorable Ruta de Otoño”→(Picha para ver)
Prácticamente todo ese tiempo he estado parado, víctima del invierno anticipado que se nos ha instalado este año. 

Diluvio tras diluvio, borrasca tras borrasca, que me habían ido sumiendo en la apatía. De hecho llevaba unos días esperando que hubiese un momento de calma para obligarme  a salir un rato.

Como no, salida en solitario:
Es lunes, y entre semana no es fácil encontrar amigos con quien compartir ruta. Más aún siendo un rarito como yo, que llevaba unos años escapando de grupos y salidas masivas. 

Mis experiencias en grupos me han llevado a ello, y aunque hay momentos en los que lo echo de menos, ahora mismo me dividido entre dos pensamientos casi contrapuestos:

     Por un lado me agobia profundamente meterme en un grupo y salir siempre con la misma gente. Con personalidades  y costumbres que al principio resultan  nuevas y excitantes, pero que al cabo de un tiempo terminan por ser lo mismo de siempre, y muchas veces viéndose inmerso en movidas varias.

Y por otra, como dice mi amigo Emilio, el grupo te anima a salir en días en los que (si noestuvieses en uno) te meterías debajo de una manta con un buen libro. A leer, comer mierdas y engordar.
De hecho, el otro día le decía que en estos momentos no me importaría salir con grupos. Pero de forma esporádica, alternando entre unos y otros “en plan polígamo”.  Aunque es Muy difícil estar sin estar, es una buena forma de conocer gente nueva, y perdurar la relación sin caer en la monotonía, y verse “intoxicado”.


El caso es que, venciendo la pereza inicial, por fin llegó el día en que los astros se alinearon para poder disfrutar de un día entero sin llover. Y me tiré cual Miura a por mi moto, y a estrenar mis botas nuevas. Preciosas, Brillantes, Impolutas, de Goretex.  Y con dos cojones las voy a probar el día en que no llueve… jejejeje.
La Ruta         
        Llevaba varios días pensando donde ir. Había pensado en ir a ver  nieve, animado por amigo que al final no pudo venir. Pero como al final me quedé solo y era lo que está haciendo todo hijo de vecino estos días, me dije… “Pues yo paso. Voy a ser más original” y lo descarté.
Luego pensé en volver a los Cañones del Sil, y marcarme una kilometrada que no me viene mal.  Pero me frenó lo ajustado de las horas de luz. Y para hacer algo a medias…
 
 
Al final recordé que hacía bastante que no me marcaba una buena ruta costera, por “cerca” de casa. Pola Costa da Morte.  
Algo que no fuese sólo Finisterre.  Tampoco es que me haya roto demasiado la cabeza, pero no había demasiado tiempo.


     Salí sobre las 11 de la mañana. Venciendo a “doña pereza” previo paso por donde Chema que revisase las presiones de los neumáticos.  Casi siempre salgo tarde, y casi siempre me toca improvisar ruta… Saltarme cosas…   
En fin, una costumbre mala y fea, que por un lado le da personalidad a esto, pero que por otro le resta vistosidad. 
 
Esta vez ha tocado que me saltase el faro más bonito y cercano que tengo:

 
La Torre de Hércules. Patrimonio de la Humanidad desde 2009, es faro romano más antiguo del mundo, y el único que aún está en servicio.
Está situado en un emplazamiento realmente bonito, y merece Mucho la pena visitarlo… Al igual que toda Coruña. Un día me acerco, y me saco unas fotillos, que hace tiempo que no voy por allí. (Esta es de hace un año y algo... creo😅)


 
     El Faro de Punta Nariga en Barizo, es el siguiente al de Coruña en dirección suroeste y el más moderno de Galicia. Construido en 1995, es francamente bonito y monumental.
Salgo de casa con dirección a Malpica por la ruta más directa posible, sin autopista. El día no estaba aún totalmente despejado, y la carretera seguía bastante mojada y fría por muchas zonas, por lo que toca ir con calma. Hay que adaptarse al objetivo del día: Turismo, Fotos y Relax. 

La ruta de ida, no tiene demasiada pérdida y es bastante divertida, en plan tobogán. 

Está flanqueado por un complejo eólico como los que abundan en la zona. De hecho, una pista lisa y  tentadora que me encontré justo de frente,  estuvo más que a punto de hacerme pecar. Pero el ir solo, sin demasiado tiempo que perder, hizo que no me atreviese. 

Creo recordar que la última vez que fui por allí fue en una ruta de domingo por la tarde, en grupo y con la Tiger. 

Pues sí que ha pasado tiempo, sí. Como seis años!!

Comenzaba a lucir el sol. 
 
     El faro queda en una zona totalmente despejada, y sus acantilados no son precisamente altos. Dejándolo totalmente a merced del mar, y del fuerte viento de las borrascas que por allí entran. Pero es Bonito. Una escalinata te hace ganar altura, para poder divisar una amplia zona de costa. A la derecha,  la Ensenada de Barizo, las Islas Sisargas, El cabo de Santo Adrián… Y a la derecha la zona de O Roncudo en Corme, mi siguiente parada tras un ratillo disfrutando de la zona junto a una pareja de turistas enlatados.  
      O Roncudo  debe su nombre al ruido ronco que hace el mar cuando rompe contra estos acantilados con saña. 
Aquí crece  el que dicen que es el mejor percebe del mundo, precisamente por eso: por la bravura con la que bate el frío Océano Atlántico contra sus piedras, haciendo que el percebe se agarre musculoso a ellas. Es un producto al que a alguna gente no le llama demasiado la atención, pero a mí me encanta. Es como comerte un trozo de mar, y su fibrosa textura es peculiar.
L@s  valientes mariscador@s  se juegan literalmente la vida en su extracción (en la red hay multitud de videos que lo demuestran) mientras suben y bajan por las piedras, en una pelea constante por no resbalarse y no ser arrastrad@s por el mar. De esa producción, una parte se reserva para la fiesta de exaltación de este producto que se celebra cada primera quincena del mes de Julio. 

Al faro que parece enterrado y totalmente a merced del mar, se llega desde el puerto de Corme  por una serpenteante y despejada carretera que bordea la costa, que también  da acceso a algunas playas y un merendero.
Es cortito pero precioso en un día de sol. De hecho te sueles encontrar a gente que la hace caminando. La verdad es que el faro en sí, no es demasiado vistoso,  pero el entorno es Impresionante.
   
     De ahí, oooootra vuelta, breve tramo por la costa camino de Laxe  y su enorme playa. Aquí hice parada para comer, en uno de los restaurantes que había abiertos en lunes y en temporada baja (curiosamente de los caros) y estaban animados.
Cuando el  clima acompaña, suelo llevarme un bocata, y comer en algún lugar bonito. Pero como en este caso no las tenía todas conmigo, tocó tirar de lo más baratillo que había en la carta de una marisquería (una contundente ración de chipirones) cañita sin alcohol, café, y seguir ruta. 


Las tres de la tarde.

El Faro de Laxe queda al final de una pequeña península, situado un pelín más alto que el de O Roncudo e igual de despejado.
Sus piedras están (como en otros faros de la zona) sembradas de cruces en homenaje a los marineros que durante siglos han perdido sus vidas en A Costa da Morte.
A él llegas tras coronar un monte, y tras pasar obligatoriamente por el pueblo y unos cuantos lugares curiosos para visitar. Como la conocida Playa de los Cristales…  O Miradoiro (mirador) Da Insua…Turísticamente es una zona cuidada.
Disponemos de un merendero y una zona de parking  para disfrutar en calma del paisaje, o porque no, de un precioso atardecer.
A parte del faro en sí y de las increíbles vistas, una silueta femenina nos llamará la atención a poco que nos fijemos:
 
“A Espera” de Iria Rodríguez, es una preciosa escultura, hecha en homenaje a las familias de todos los marineros que nunca regresaron a puerto.
 
Reproduce la imagen de una mujer con su hijo en brazos mientras su vista alcanza lo más lejos posible, deseosa de ver reaparecer el barco en el que un día se fueron sus familiares, amigos y vecinos.

     Mi intención era volver por Santa Comba (casi siempre hago rutas circulares), y quería ir a Cabo Vilán, que hacía como 20 años que no iba. Y dado lo lento que puede resultar deambular por esta zona, decidí dejar Camelle.
- Conocido entre otras cosas, por el Man de Camelle: Un filósofo y artista alemán que allí vivió como ermitaño. Y que dicen se dejó morir, apenado al ver como el desastre medioambiental que provocó el Prestige, tiñó de negro su obra-

         
La tarde avanza, y me pongo en camino hacia el Faro de Cabo Vilán por carreteras rápidas y sin historia.
Desconfiando de los consejos de un gps, que casi me mete en un aprieto al intentar pasar con mi “vaca” por Camariñas, donde no las tenía todas conmigo cuando me metí por las callejas del casco viejo. 


Todavía me acuerdo de la cara de un paisanín con el que me crucé. Él pitillo en boca con su Piaggio  de 50 cc, y yo (culillo apretado) con un tanque en aquella calle estrecha y con fuerte pendiente… jajaja.
Pero salí bien. Hubo suerte. Bastante.
La verdad es que no paré en los pueblos, porque ya los conozco, porque no hubo nada que me llamase especialmente la atención (es lo que tiene ser de la zona), y porque apenas había gente.
 

Lo primero que te llamará la atención justo antes de llegar al faro, es una Enorme granja de Rodaballo. Que choca frontalmente con la armonía del paisaje, pero que bien seguro da trabajo a la gente de la zona.  Más bien parece que estés frente a un montón de invernaderos, plantados en el mar.
 

Si obvias esto, el faro, la carretera que llega al faro, y lo que se ve desde el faro, es Precioso, las vistas impresionantes, y vale muchísimo la pena. 
 
 
Está situado en un tremendo acantilado, y el nombre de  “Furna dos Infernos” ya lo dice todo. De hecho al faro se accede a través de un pasadizo desde la casa del farero. Las primeras luces del atardecer, hacen que aquello fuese la leche.
La visita ha valido totalmente la pena.
 

 Vuelta a casa:
Los días de otoño son cortos, y a este le quedaba un telediario y medio. 
Me emperré en volver por la zona de Santa Comba, porque hay una carretera que es la caña, pero antes de llegar a Carnota, me di un paseo por Finisterre  por enésima vez, para cerrar el día y visitar un último faro. Lo hice entre el tráfico de la tarde, y fue un peñazo lento.
 
 
Estaba mucho más tranquilo que en verano, y el goteo de peregrinos era menor. Pero es un lugar mágico y con muchísimo encanto. De hecho saqué unas fotos… Impresionantes. Y no es porque lo diga yo. Juzgad vosotr@s mism@s.


                                      
Paso por O Ézaro  ya casi de noche, y hacía fresco. Con muchas ganas para disfrutar de la única carretera del día que realmente la pena. Un corto pero intenso y vertiginoso tramo de curvas, la AC-400 nos asciende montaña arriba desde Carnota, hasta llegar al Mirador Paxareiras.      
 
Al que siempre merece la pena desviarse unos metros para la última foto del día, ya que desde él se divisa prácticamente desde Finisterre hasta Corrubedo.
Buen asfalto, pero a esta hora húmedo y frío. 

 

A media subida entra la moto en reserva, y toca calcular para llegar a la gasolinera más cercana, por una carretera bastante aburrida camino de Santa Comba. 
 
 
Una hora y media de ruta nocturna, por carreteras muy conocidas y con bancos de niebla después, llego a casa con la sensación de que lo pude planear mejor… Pero bueno, me lo he pasado bastante bien, y he visto lugares que tenía olvidados.
Como decimos por aquí... 
 “Ocaso é non levar un jolpe”😁


Por aquí os dejo un enlace de la ruta y pequeño video con unas cuantas fotos más😉.



Nos vemos en la próxima. Sed Buen@s y recodad:
Lo Imposible tarda Sólo un Poco Más!!!😉

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