sábado, 19 de septiembre de 2020

Ruta en moto Cantrabria 2020: "No hay viaje corto. Sólo experiencias por vivir"

Hola, Hola…!!

Qué tal tropa. Como va todo???

Hoy os traigo una ruta un tanto especial. Un corto a la par que intenso y  divertido viaje a Cantabria. Con trazado prefijado, pero hecho totalmente a mi rollo: Improvisando.

Much@s de mis vecin@s galleg@s conocerán el dicho de que: "A falta de pan , boas son tortas" 

Pues a eso nos toca eludir este año a quienes a habíamos soñado  más de la cuenta:

Hace unos años que la vida me enseñó a no hacer planes de futuro, y a aceptar (por mucho que nos cueste) que estos pueden cambiar tan rápido como tu propia vida en cuestión de segundos.

Pues bien. El año pasado cometí la “torpeza” de renunciar a viajar, para poder hacerlo con más holgura y más lejos en este 2020. La adquisición de Cachena me dejó sin recursos, y para hacer un viaje de cuatro días muy a medias…

Además, este año cumplí cuarenta tacos, y tenía la excusa perfecta para hacer una locura: Irme a los Alpes.

El resto ya lo sabéis: El Covid y el buscar un futuro laboral acorde con mis necesidades, han mandado todo al garete. Con lo que la vida, una vez más, me ha puesto en mi sitio. Y lo que iba a ser un gran viaje, se está convirtiendo en una serie de pequeñas escapadas a salto de mata… Y menos mal, porque podría ser peor.

Cantabria 2020.

 

Esta es la ruta de uno de tantos de esos eventos que se han cancelado este año por el tema Covid 19. Me fastidió tanto no ir, que pedí al amigo que lo organiza que me cediese el track para poder hacerlo por mi cuenta; y a lo cual accedió de muy buen grado.

Los Preparativos:

Esta parte fue un lío por circunstancias personales y de preparación de la moto. Ya que en junio encontré las que serán las defensas definitivas de la Teneré y que, como siempre en mi caso, necesitan una adaptación para que mis piernas lleven mejor los viajes. Adaptación que no llegó hasta ultimísima hora.

Mis pretensiones cuando ideé esto eran las de: Ir desde Coruña, hacer la ruta y volver con algo de enlace, en un máximo de tres días y medio. Algo justo, pero factible.

Pretendía hacerla en Junio- Julio con buen tiempo, días más grandes y algún turista menos en las carreteras.

Pero como “del dicho al hecho hay un gran trecho”, las circunstancias me han obligado a hacerla en el peor momento:

Segunda quincena de Agosto. Hora punta de las vacaciones veraniegas. Precios de alojamiento por las nubes viajando solo, en un norte atestado de gente.

Eché todas las cuentas posibles en cuanto a la aproximación:

Como repartir la ruta para que me diese tiempo a hacerla sin agobios. Sentido óptimo de la ruta…. Orden de las etapas…

Todo para intentar aprovechar el tiempo al máximo, ver todo lo posible,  y disfrutar de una comunidad que me enamora por sus paisajes y su gente.

No como la vez que la crucé en un día a salto de mata. Camino del Occidente Asturiano en una encabronada de las mías…

 

 

Dia 1.- domingo 16 de agosto:

A las 5:45 estaba en pie. Había dormido fatal, pese a que hice todo lo posible por evitarlo.  Siempre me pasa antes de los viajes o rutas importantes.

Por “cosillas” de última hora, salí sobre las 8:15 con un montón de km por delante y un día maratoniano.  Comenzando  por los primeros 380km de autovía camino de Unquera,  más los que hice demás por no poner el Gps (por gilp…) 

El día estaba espectacular y las carreteras, como buen mes de agosto,  concurridas.

Llegué a Unquera como una hora más tarde de lo pensado, por lo que me tocó pasar un retocado Desfiladero de la Hermida en pleno ajetreo de domingueros, furgonetas, auto caravanas, y tarados varios.

Al igual otros lugares de ensueño, en determinadas épocas del año esta se torna en insufrible y tedioso por el turismo masificado. En fin…

En un Potes  atestado de gente, comenzaba y terminaba el itinerario de esta ruta.

Viendo tal marabunta decidí no parar, hace unos años tuve la oportunidad de disfrutarlo de verdad, y prefiero quedarme con ese recuerdo.

Además, estaba hasta el gorro de autovía, atascos…y ansioso subir un puerto tan especial  para mí como es San Glorio:

Desde Potes hay unos 27km, de los cuales los primeros 10 discurren entre las aldeas del valle, siguiendo el curso de varios arroyos (entre ellos el San Glorio). A partir de ahí comienza una subida de buen asfalto, divertida y sin complicaciones. Estrecha en algunos momentos. Con alguna curva (especialmente la del mirador del rebeco) de quitarse el sombrero.

¡Ooooooole!

Algo que me encanta son sus paisajes verdes. Pese a llegar a los 1600m de altitud, es un puerto de vegetación frondosa casi hasta el final. Con lo que a los que no nos van demasiado las alturas, nos impone menos.

O… eso es lo que pienso ahora. Cuando lo hice por primera vez hace 7 años… uffff… jeje

El Mirador del Rebeco es un lugar de culto para los moteros, y raro es el que ha pasado por la zona y no se ha detenido a hacerse una foto.

En mi caso es un lugar cargado de sentimientos:

 No sólo por ser el primer puerto de entidad que he subido en moto. También  fué hace un tiempo la meta para una carrera de vida, por eso me alegro tantísimo cada vez que vuelvo. 

 De verdad. No sabéis que subidón 😃 

 Más arriba, junto al cartel del puerto, un desvío nos lleva al Collado de Llesba, presidido por un enorme oso de piedra.

Siguiendo la ruta, inicio la bajada hasta el pueblo de Boca de Huérgano.  Tras un tramo que mezcla zonas rápidas con curvas muy lentas y asfaltos de toda índole, tomo el desvío enfilando los dos siguientes puertos: Puerto de los Picones y Alto de las Portillas.

Estamos en plena montaña palentina. Carreteras quemadas por la nieve y la sal, machacadas por el tiempo. Aquí reinan la piedra y la de vegetación baja y dura. A pesar de ser los más altos de esta ruta (1307 y 1275m) estos son dos puertos enlazados y facilitos donde poder disfrutar del paisaje.

 

En cuanto al equipamiento para esta ruta, me la jugué  Mucho. 

Lo que en algunas partes le llaman el “Veroño me había obligado a ello. Tiempo bochornoso  por la mañana, que termina en tormentas y chaparrones por las  tardes.

Después de mil debates, decidí ir de medio invierno y sacrificar pasar un poco de calor, por no calarme llegado el momento. Y vaya si lo sacrifiqué por momentos…

 

Camino de Cervera de Pisuerga, esta ruta bordea los embalses de Compuerto y Campo Redondo.  Zona bastante llana y con poca historia:

Buen asfalto y algunas curvitas interesantes se mezclan con  preciosas vistas a los embalses, animales llenos de vacas… auto caravanas…. Más auto caravanas…  hasta el punto en que, entre foto y foto con mi ritmo pachanguero, a alguno lo adelanté tres veces. 

 

 

Pero, para mí, el tramo más interesante del día. El Más Bonito, y al que más ganas le tenía, era al que iba de Quintanilla de las Torres- Orbaneja del Castillo- Mirador del Ebro.

Nunca había estado por la zona, y me pareció Impresionante:

Buen asfalto, temperatura perfecta, paisajes Espectaculares… Pueblos con encanto donde reina la tranquilidad…  De verdad, un sueño por momentos.

Hasta el punto que se me olvidaron los 600km que llevaba encima, mientras alucinaba con aquellos paisajes, mientras rodaba casi todo el rato en solitario.

 

Bueno, menos en Orbaneja. Donde me encontré de repente con unas cataratas preciosas en medio de una masa de gente sin control. Paré muy poquito en aquel agobio; el justito para sacar una foto que valiese la pena.

Y para colmo, a la salida del pueblo tuve que esquivar a un degenerado haciendo rally, con su coche cargado de…

El Cañón del Ebro me dejó con la boca abierta:

 

Un paisaje sobrecogedor que mezcla  Piedra, Agua y Vegetación. La luz del atardecer en aquel día tan intenso.

Allí me lo tomé con calma. Saqué fotos y hasta tuve unos minutos para sentarme a disfrutar en respetuoso silencio.

…Hasta que llegó la típica familia que invade la estampa a gritos con un hijo revoltoso…

-“Jooosuaaa!!! Ponte para la foto… que me estás dando el día,eh???!!”

Tirones de orejas, lloros…

Pero lo realmente importante, es que aquello vale Muchísimo la pena.

A falta de 90 km para terminar el día, todavía me faltaban dos Puertos:

El de la Mazorra, y el de Manzanedo. 

El primero lo coroné enseguida en aquella carretera estrecha de las Hoces.  Y el segundo, ya en la N-232 lo hice como una rápida y divertida bajada vagamente conocida camino de Los Hocinos del Ebro.

 Llegué a Reinosa con las últimas luces del día totalmente seco de energías y gasolina.

Tras repostar, sólo quería llegar al hotel, aparcar la moto, pegarme una ducha, y Dormir.

Tras asearme me fui a buscar el restaurante;  para degustar una escueta cena que resultó un mero trámite en aquel Hotel Viejo de Reinosa. Triste y  un tanto decadente como su nombre

Día 2.- Lunes17 de Agosto  

Me había acostado temprano, y las 6:45 estaba en pie  tras 9 horas durmiendo del tirón. Tras mis estiramientos diarios, bajé a desayunar tan pronto como abrieron el comedor. 

Ahora sí tenía hambre… Mucha.

Mientras devoraba con presteza un Sandwich, tortilla y algo de bollería (para que el café no se encontrase sólo); no dejaba de pensar en que  me tenía que poner pronto en marcha si quería disfrutar de la ruta programada antes de que comenzase a llover.

La predicción era de lluvia intensa a partir de las 13:00 y yo tenía una ruta no muy larga, pero sí intensa: 12 altos/ puertos de montaña, en los que no me apetecía verme cerrado de una posible niebla.

Mi Cachena había dormido al raso pero bien acompañada por una gran Harley Davidson. Entre tanto coche que había cuando llegué al hotel, la aparqué en el lugar más seguro que encontré. Se ve que el amig@ de la Harley pensó lo mismo.

A las 8 de la mañana estaba arrancando la moto, con el petate montado y cargado. 

Aunque me reconozco perezoso, me encanta disfrutar rodando en las primeras horas del día. Con fresquito… una luz diferente y la carretera casi toda para mí.

Ahora veía con otros ojos un conocido Embalse del Ebro. La tarde anterior estaba tan cansado, que me importaba un pito ya el embalse, la carretera, los hoteles… o que sus riberas estuviesen como estaban a tope de Autocaravanas, furgonetas y vacas pastando al lado. 

Fuese por donde fuese, había vehículos acampados por todas las esquinas.

"Duelo al Amanecer":

Nada más llegar al punto donde había dejado la ruta el día anterior, me vi en el primer marrón del día.

Un coche al lado de la carretera y un caminante acompañado de dos perros sueltos hablando con el conductor.

El hombre era mayor, y yo no sé si realmente los dos perros eran suyos. Porque al ver que el lío estaba servido, se aferró con fuerza al que parecía más manso y con collar.

El otro, un animal de unos 40 cm de alzada, ancho, oscuro, pelo duro que se erizaba con ganas de atacar. Orejas puntiagudas; se encaró a un desafiante motero que se paró a analizar la situación a unos metros de él.

El duelo estaba servido.

Yo no tenía tiempo para tonterías,  y sí espacio y moto suficiente para pasar más rápido de lo que él podría correr.

No me lo pensé:

Primera, segunda y acelerar a fondo en la recta mientras pasaba poniendo la pierna izquierda lo más lejos posible de aquel desgraciado con ganas de tirarse a por motos.

Las caras de ambos transeúntes era un poema al verme pasar a toda leche por delante de un perro que lo atacaba sin piedad.

 -“Grrrrrrr….. Wof! Wof! Wof!!”

 “Te joooooooodeeeeeeees…!!

 Jose/Cachena: 1- Chucho Sarnoso: 0

 ¡¡Primera victoria del día!!

Proseguí ruta con misma decisión con la que me deshice de aquel capullo con ganas de probar lacón gallego; y tras una curva y media había llegado al primer puerto del día: el de la Magdalena.

Ritmo continuo y prudente por una carretera húmeda, gastada; que se iba cerrando con la vegetación tras pasar el Puerto de la Matanela. Solamente me detenía para sacar fotos de cuando en cuando, mientras disfrutaba de aquel paisaje  de aldeas, granjas y naturaleza que me sofocaba mis prisas por esquivar la lluvia.

Me encantan esos lugares en los que el tiempo parece detenerse, y en los que la gente aparenta vivir sin preocupaciones ni prisas. Lugares a menudo apartados en los que los pocos transeúntes te miran con curiosidad cuando pasas cargado en tu moto, pensando en “qué se le habrá perdido a este por aquí tan temprano…”

… mientras yo solamente pensaba en mi desdicha por no poder quedarme allí una buena temporada.

Estacas de Trueba.


Todavía recuerdo que, nada más salir de Vega de Pas, un confuso sentimiento mezcla de alegría, estupor y pena me distrajo por unos instantes:

Habían arreglado la carretera.

La última vez que había pasado, no es que estuviese mal: estrechilla, gastada y con alguna piedra en las cunetas (lo habitual en un lugar así).

Ahora era una auténtica autopista de igual de anchura, con un firme perfecto, miradores renovados y parkings para detenerse en ellos de forma segura.

Su paisaje de montañas verdes y exuberantes que se perdían en el horizonte salpicadas de algún viejo refugio, vacas pastando en semilibertad (en Soledad). Permanecía tal como lo recordaba solamente desvirtuado por una reciente capa de negro asfalto que recordaba demasiado a humanidad.

A menudo en estos lugares un paisaje bucólico está reñido con la seguridad de las carreteras y el atraer al turista con buenas infraestructuras (lo último para mí lo menos interesante)

Recuerdo haber disfrutado de aquella subida a un ritmo pelín superior al habitual y prácticamente en soledad. Sacando fotos sin prisas, sabiendo que eran momentos (como todos) caducos.

La suerte estaba de mi lado, ya que nada más salir de allí la carretera comenzó a salpicarse de tráfico. Era mi momento y lo disfruté.

El siguiente tramo era casi todo nuevo para mí y sin duda el más bonito del día.

Nunca había subido al Puerto de la Sía que, como el de  Las Estacas de Trueba, recibe el nombre de un río que se precipita por la montaña.

Este sí es estrecho y gastado. Su vegetación dura lo que duran sus primeras rampas, en las que me sorprendió algún loco bajando desaforado sobre dos ruedas (no era una moto).

 En su cumbre las vistas son espectaculares, rocosas. Duras. 

 

Desde él una incesante y preciosa bajada me llevará a los Collados del Asón, donde en primavera se puede disfrutar del nacimiento del río que se precipita al vacío por un hueco escavado en la montaña.

El ir en pleno mes de agosto me privó de tales vistas, pero no de unas carreteras y paisajes que valen muchísimo la pena, por lo que aproveché el lugar para la primera parada “larga” del día.

 

Un tentempié antes de afrontar un bucle de tres puertos de escasa altitud, en un precioso  y por momentos trepidante tramo de curvas:

Puerto de la Cruz Uzano,  Alto de Fuente Las Varas y Puerto de Campo el Hayal.

Curvas y curvas se sucedían mientras la mañana avanzaba disfrutando del paisaje, sorteando todo tipo de obstáculos:

Obras, ciclistas, camiones, autocaravanas… Un rebaño de vacas capitaneado por un inmenso novillo…

-“Pasa!! Que es manso!!” … Me decía la joven dueña.

Mientras yo no dejaba de flipar con aquella mole que bajaba calle abajo por la aldea.

El P…. Jefe, era el toro.

¡¡Gracias Pepe!!

Recuerdo haber llegado a Ampuero casi a mediodía con un bochorno de mil demonios, y nada más ver las dichosas obras recordé las instrucciones que me había dado días antes Pepe, uno de mis amiguetes asturianos.

Él había hecho esa ruta la semana anterior encontrándose  con el mismo problema:

Justo la calle por la que pasaba el track, cortada por obras. Así como es de buena gente, acudió  a un amigo común para conseguir mi número de teléfono y darme las indicaciones para salir del embrollo sin perder tiempo.

Le hice caso.

Pero al volver a la ruta me vine arriba, me confié, me zampé un cruce, y cuando me di cuenta estaba a media subida de Los Tornos.

Así que, ya puestos a perder tiempo… por lo menos disfrutarlo jeje:

Subí, bajé y paré a repostar de vuelta en Ramales de la Victoria; ya con la tormenta pisándome los talones.

Al siguiente puerto, el de Alisas le tenía ganas por las fotos que había visto:

Asfalto degradado en una carretera de anchura variable que me hubiese gustado subir por el lado contrario al que lo hice (mucho más divertido y retorcido). Lo malo es que cruza alguna aldea, y toda prudencia es poca.

Su mirador, a falta de una buena sombra, bien merece una parada en el camino. Vistas amplias con parajes verdes de pradera y ganado. Un lugar amplio donde parar a reponer fuerzas para afrontar la parte final del día casi del tirón.

  

 

Si hay algo que me ha gustado en esta ruta son muchos de los pueblos y aldeas que crucé.

De buena gana me hubiese quedado en alguno a tomar el aperitivo, y algo más en aquellas concurridas tabernas al lado del río. Un escenario idílico donde poder disfrutar de una buena tertulia al fresco…

Como en La Cavada o Liérganes, situadas en las riberas del Río Miera. En un frondoso valle que crucé camino del Alto del Caracol, ralentizado por aquel camión…

 

Reconozco estar desquiciado cuando me comí con patatas y en ensalada, aquella curva de primera y medio embrague que iniciaba de forma pronunciada la subida.

Y encima se cerraba al final la muy bastarda…

Recuerdo como apoyé la punta del pie para cambiar el peso a 2 por hora, salvando así una caída que me hubiese fastidiado el día.

 La subida… divertida.

Me encontré en aquel puerto con una pareja de mediana edad que rodaba a ritmo muy tranquilo en un descapotable. Algo curioso ya que el color del cielo indicaba que comenzaría a llover de un momento a otro.

-Este se va a mojar, seguro- pensé yo, mientras lo achuchaba un poquito a ver si me dejaba pasar; en una pelea casi imposible por evitar lo inevitable. Mojarme yo.

Tras dejarme pasar de nuevo en la bajada, nos despedimos en un desvío con una breve charla (muy majos la verdad).

Es un gustazo encontrarse con “enlatados” que no se pican con las motos, y disfrutan de la carretera a su manera. Con educación y respeto.

Quizás sea el Puerto de la Braguia uno de los más bonitos, pero del que menos disfruté en aquella ruta. Situado en la comarca de los Valles pasiegos, es corto, su subida entretenida, y las vistas no tienen desperdicio alguno.

En su mirador principal (ya en bajada) un grupo de turistas se turnaba en los mejores lugares para sacar fotos. Viendo que comenzaba a soplar el viento y llovería en cualquier momento, decidí parar a sacar las que posiblemente fuesen las últimas fotos del día.

Total, me iba a mojar igual…

El tramo que me separaba del Escudo lo hice con tráfico por momentos denso, que se veía ralentizado por unas obras que cortaban el paso de forma alternativa.

Arriba comenzaba a llover con intensidad mientras sacaba, ahora sí, las últimas fotos de la jornada:

Al cartel del puerto, y a una curiosa pirámide que hay dentro de un cercado, y en la cual se retrata mucha gente. Un monumento de la guerra civil, en el que descansan los cuerpos de unos soldados italianos.

 



Ahora mismo no recuerdo porqué narices no reservé para dormir en Reinosa una segunda noche. Hubiese hecho la ruta descargado, y ahorrado una hora de camino con lluvia y viento intensos (la mitad por autovía); junto con unos euros de gasolina.

Pero no es nada fácil viajar en Agosto sin tener que echar cuentas para no dejarte un pastizal, y no arriesgarte a dormir al raso.

El caso es que llegué al hostal Pineda, a eso de las seis de la tarde, hambriento y  mojado como un pollo.

Me hubiese gustado un poco de compañía durante las cañas y la cena, pero bueno. Me concentré en no pensar, y en vivir el momento.

Días Extraños.

A la mañana siguiente seguía lloviendo.

La predicción anunciaba que no pararía hasta las 11, así que me lo tomé con calma. Desayuné muy bien en el hostal, recogí y mantuve una pequeña charla con los dueños.

Cuando decidí salir, la gasolinera del pueblo fue mi primera parada entre un par de grupos de compis que venían con tanta “prisa”; que parecía que se fuese a terminar la gasolina… o las curvas, quien sabe.

Eso sumado a los malos modos del gasolinero…

-“Eh! Aquí no le echamos gasolina a las motos! Le tienes que echar, tú”

Yo le miré de medio lado y no me digné ni a contestar. Resignado porque había llegado en reserva, y no llegaría a la siguiente. Porque si no…

De la ruta que iba a hacer, me faltaba el tramo Reinosa - Potes que ya conocía.

De hecho estuve a puntito de cambiar el tercio y buscar algo diferente para iniciar la vuelta a casa. Pero me dio rabia no terminar y me propuse buscar una ruta alternativa para enlazar el Puerto de la Palombera sin ir de nuevo a Reinosa. De ella, con algo de niebla y la carretera tan mojada, sólo puedo destacar el tramo de Barruelo de Santullán- Espinilla (muy bonito por momentos)

Desde ahí subí al Puerto. Tanto allí como en el Balcón de La Cardosa había más turistas que vacas (mal asunto). En ellos, las vistas espectaculares de la cima se transforman en una carretera estrecha cerrada de árboles y curvas en la bajada por la que vale mucho la pena rodar. De hecho me encontré a varios grupos de compañeros, que igual que yo disfrutaban del día lo mejor que podían.

 

La verdad es que yo había levantado un tanto raro. Apático. Con la sensación del que cumple un objetivo, y al verse sin retos siente el vacío del… Y ahora?? Qué hago?

Para colmo ni el clima ni el tráfico acompañaban:

Bochornoso, mogollón de tráfico, cortes de curvas y cafradas por doquier…

En la moto tampoco me encontraba del todo a gusto tras haber perdido uno de los guantes Alpinestars que uso a diario. Los había comprado justo antes de mi accidente, y los guardé con mimo y lleno de esperanza durante aquellos durísimos 22 meses. En los que de vez en cuando me los ponía a escondidas para darme ánimo esperando el momento de volver, y por fin estrenarlos.

Unos 50.000km después, me dio mogollón de rabia perder uno.

Realmente, en condiciones normales de tráfico, todo ese tramo hasta Potes por los Collados  de Jozalba,  Joz y Collada de Carmona es precioso. Espectacular. Y la bajada final a La Hermida, brutal.

Pero para mí la cosa estaba de No, tras un par de sustos con coches y… En fin, desesperante.

 

Y ahora qué??

De vuelta en Potes, ruta completada con éxito; emprendí vuelta a casa sin saber muy bien que hacer.

La idea era hacer ruta por algunas populares carreteras y caminos fáciles por l@s que aún no he transitado. Principalmente de la parte sur asturiana. Por lo que volví a San Glorio por segunda vez en 3 días (Lo sé. Es Vicio) y allí me encontré a tres compis catalanes que emprendían la vuelta a casa tras unos días de ruta por la zona. Me dijeron que aquello era horrible, que se lo pasaron Fatal, y que no volvían más. Jejeje

Hacía un viento incómodo que traía lluvia, no estaba el asunto para muchas tertulias. Así que, tras despedirnos, hice lo propio con una comunidad que me encanta, y a la que espero volver muy pronto aunque sea de pasada.

Eran las 3 de la tarde cuando llegué a Boca de Huérgano muerto de hambre. Y paré a comer en el Hotel La Reina dónde a un dueño un tanto zorrete no le hacía demasiada gracia ocupar una mesa del comedor con una sola persona. “Igual tienes que esperar” me dijo. Tres minutos después estaba sentado, disfrutando de un rico menú y del trato exquisito del resto del personal. Que tampoco se puede juzgar un sitio por una sola persona.

Desde allí salí con ganas camino de los Puertos de Tarna y La Señales buscando otras pocas curvas y un poco de soledad. Bonitas carreteras para  una tarde con cara de lluvia. 

Pero hasta allí había turistas y autocaravanas. Joooer! 



Me voy para casa.

Tras zamparme el diluvio del día entre en el Embalse de Porma, lo tuve claro:

Al día siguiente anunciaban la entrada en Galicia  de una fuerte Borrasca. No podría aprovechar bien la jornada y, a las 6 de la tarde, ésta ya estaba sentenciada.  Así que, en Boñar llené el depósito para enfilar camino a casa.

Primera parada, la Hoces de Vegacervera:

Las Hoces de Vegacervera es un espacio natural situado en los términos municipales de Cármenes, Matallana de Torío, Valdepiélago y Vegacervera. Entre sus montañas y peñascos discurre (paralela al Río Torío) una estrecha carretera.  En él está la conocida Cueva de Valporquero.

Habré pasado por delante de ese desvío como unas 10 veces. Siempre me pillaba de vuelta a casa y con prisa. Por eso me propuse verlas en este viaje, sí  o sí.

La verdad es que es tan bonito como cualquier otro tramo escondido de aquellas montañas. De hecho me encantaría verlo al amanecer de un día soleado. Seguro que cuando entra la luz entre aquellas montañas, haciendo reflejo en el agua del río, tiene que ser Impresionante.


Pena que el tramo más cerrado sea tan corto, porque bonito es un rato.

Pese a que partir de aquí no necesito Gps, porque me sé el camino de memoria…Subida a Aralla- Babia – Villablino… los viajes no terminan hasta que llegas a tu casa, y a este le quedaban cosillas:

 

El Atardecer en Aralla y Barrios de Luna vale Muchísimo la Pena. Os lo aseguro.

Tras las lentas horquillas del puerto, me encontré con un compi rodando con su Yamaha Xt 350.

Moto con tacos, baúl y mochila a la espalda, ritmo totalmente contemplativo. Como si no tuviese otra cosa que hacer en la vida, ni nadie que lo esperase. Parecía tímido, y tenía pinta de ser muy majo. Lo adelanté por primera vez en una inmensa recta sin saber lo que me encontraría más adelante….

Alto a la Guardia Civil!

Creo que aquel guardia aún se está riendo hoy, porque fue verlo y me puse blanco. Intercomunicador alumbrando, Gps puesto, música (bajita) sonando en el casco y yo, tras adelantar al compañero de la Xt, no iba a 90.

A mí no me daban las manos para parar al lado del guardia y apagar tantas cosas.

Abro de pantalla, y me dice el guardia, esbozando una sonrisa socarrona…:

-“Por favor, aparque lo más pegado a la cuneta posible, para que las ovejas no le rayen la moto. Puede bajarse si quiere, que son bastantes”

Era  una trashumancia de ovejas y cabras con sus pastores, y sus perros. Nunca había visto ninguna in situ, y justo a al atardecer y en aquel lugar bonito como es Babia, lo hizo todavía más espectacular.

 

Eran las 8 de la tarde cuando me volvía a poner en marcha  y aún con 4 horas de camino hasta casa. Menuda pena de no haberme podido ir con más calma.

Llegué a casa cansadito tras hacer un buen tramo de carretera de noche (Piedrafita incluido) para evitar todo lo posible las fuertes rachas de viento en la autovía. Aunque al final no me quedó otra para no llegar muy tarde. 

Lo hice contento y emocionado como de costumbre. 

 

¡¡¡¡¡¡¡¡Vamos!!!!!!!!

 Resumiendo:

Viaje corto, bonito e intenso. Paisajes espectaculares y lugares que tenía muchas ganas de visitar. A lo mejor no es en el que mejor me lo he pasado, porque realmente me hubiese gustado hacerlo en compañía. Después de tantos meses  en casa y sin estar solo, se me hizo extraño.  Pero si no lo hubiese hecho, tampoco podría contarlo. No creéis??

“No hay viaje corto. Sólo experiencias por vivir”

Muchísimas Gracias Por leerme. Aquí y en Mesmoto.com.

Infinitas Gracias a Paco por cederme sus rutas y a Jose por su foto en San Glorio.

A él le dedico este post: Espero veros pronto rodando otra vez. 

Si os ha gustado, no olvidéis compartirlo y ponerme algún comentario. Y si os queréis suscribir al blog… también me vale. 😂 

Lo Imposible Tarda Sólo un Poco Mas!!!!!!😉

 Seguidme en...

Facebook:  

El Motero Redimido

Instagram:  

jose.el_moteroredimido