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domingo, 5 de julio de 2020

A Veiga. Orense. Redescubriendo un lugar Especial

Hoooooooola!

Como va todo?? Bien?? Tirando??

Y si las cosas no marchan, preocupaos lo justo. Invertid ese tiempo de en mirar al futuro con Positividad. Pero sin perder de ojo el pasado y los momentos difíciles.

De esa forma valoraréis  Mucho más los logros.

Esta semana voy a hacer un post que veréis los asiduos al blog y pocos más.

Porqué??

Confieso estar bastante harto del turismo masificado que está invadiendo desde hace unos años determinadas zonas, incluida Galicia (mi  tierra).

Parece que cuando algo se pone de moda, ya no hay más sitios a los que ir y termina por convertirse en una feria.

Los beneficiados??  Alguna (no toda) la gente que se dedica al turismo y a la que solamente le importa llenar el bolsillo mientras este tipo de turismo arrasa nuestros recursos.

Provocando Pan para hoy, y Hambre para mañana.

Además por su culpa much@s vemos como  esta Tierra Preciosa y Mágica se va degradando Invadida. Los precios suben sin mesura y a los que somos del lugar, cada vez nos resulta más prohibitivo veranear en nuestra casa.

Por todo esto,  cada vez soy más reacio a hacer post sobre ella, por mucha aceptación que puedan tener. Ya hay demasiada gente que se encarga de eso.

Hay lugares que aún no están invadidos y me gustaría preservarlos así. Para poderlos visitar  de vez en cuando con tranquilidad.

A Veiga

Hace como siete años que descubrí por casualidad el pueblo de A Veiga (Orense), cuando comenzábamos a hacer pequeñas escapadas por Galicia y alrededores con la Tiger.

Recuerdo haber picado bastante piedra para conseguir que la jefa se arrancase para aquel fin de semana en moto.

Como viaje en sí resultó ser una chufla; ya que anduvimos mucho con bastante mal tiempo, y vimos muy poco.  (Dicen que “el que mucho abarca, poco aprieta”, y yo pequé de eso: de andar demasiado para ver muy poco).

Pero resultó ser premonitorio en nuestras vidas, ya que descubrimos entre otros Verín, A Gudiña, O Barco de Valdeorras… Lugares en los que a posteriori hemos terminado viviendo temporadas, y disfrutando de grandes momentos.

A A Veiga llegamos tirando de mapa y del Google. Atraídos por su embalse y las curvas de sus carreteras.

Aquel día era horrible. Niebla… humedad…

La carretera estaba hecha una mierda de rota y resbaladiza.

Comimos un bocata en una aldea triste e invadida por la niebla, y en el tramo que tanto prometía me moría de vértigo.

Para Recordar…

 En 2017 volví con La Jessy, y aquello apenas había cambiado;  pero lo suficiente como para que mis sensaciones fuesen netamente diferentes:

La carretera no me imponía tanto y el paisaje me parecía Sublime por momentos. Aunque el pueblo y el embalse seguían igual de baldíos en plena sequía. Pero se vislumbraban cambios.

Un alcalde joven y con muchas ganas se ha hecho con las riendas de un pueblo que ahora parece otro:

En su colegio de primaria hay niños. Un pabellón polideportivo cuco. En el antiguo campo de fútbol se ha erguido una residencia de ancianos. Las infraestructuras han mejorado en forma de asfalto nuevo, un poco  de orden, y han llegado las rotondas.

Hasta Calleja ha llevado allí su helicóptero y próximamente saldrá el pueblo en la tele. Y de paso han levantado Curiosidad, que tampoco está demás.

De todo ello y más me ha informado mi amigo Julio. Que no es el alcalde, pero ha nacido allí.   Ama su pueblo con locura y lo conoce muy bien.

Nos contó multitud de anécdotas de su niñez. Destacando sus posibilidades para disfrutar en paz y relax, sobre todo cuando no aprieta el calor (estamos en Orense):

Senderismo, actividades en la naturaleza, pasear…

El sábado llegamos algo tarde, y entre que nos instalamos con la parafernalia propiciada por el Covid y tal, no nos dio tiempo a ver más que

A Casa das Pedriñas

 

Es una casa de estilo “Gaudiano” situada en el centro del pueblo.

Su estética es inconfundible yal estilo del famoso arquitecto. Está recubierta de pequeñas piedras, cristales, conchas… Representa un conjunto curioso y pintoresco en aquellos lares.

Fue construida por un escultor y bailarín catalán (Daniel Mancebo), que llegó a A Gudiña en los años 70. Tardó alrededor de 25 años en finalizar su construcción. Su obra.

 

Mientras Julio nos contaba un poco de historia del lugar, vimos de reojo como dos chicas se asomaban a fumar a un balcón.

Resultaron ser las hijas del artista, que no perdían detalle de las risas y bromas de nuestra amiga Cris. Una cachonda irreverente que…jejeje.

Terminada la visita, nos fuimos a cenar un churrasquito estupendo al Hotel As Chairas.

Desde su terraza con vistas al embalse situado como el pueblo a 884 metros de altitud.  

Desde allí observamos el anochecer y el llegar de las primeras estrellas entre risas.

La noche estaba despejada, y no hacía nada de frío (algo no muy habitual por allí)

Pena de no haber dejado la moto en el hotel. Me hubiese dado un bonito paseo de vuelta…

Si te apetece una experiencia diferente, otro de los atractivos de esta zona es que su orografía se eleva bastante y no se aprecian apenas polución o contaminación lumínica. Por lo que es un lugar estupendo para ver las estrellas en una noche despejada. 

De hecho se está ultimando la construcción de un observatorio situado a unos 1700m de altitud. En los montes de Corzos y Valdín. Aunque ya os digo que llegar allí, ni es fácil por los accesos, ni está garantizado ver nada.

Ahí lo dejo… jeje

Tras unas cuantas horas de sueño y un buen desayuno, nos fuimos de excursión a

A Cántara da Moura

 Dice la Leyenda:

 “No interior desta cova habita unha Fermosísima Moura. Ó rompelo día a Moura abandona o seu recanto de pedra para saír a sentarse á beira do río. Alí peitea os seus longos cabelos dourados cun peite de ouro. Mentras espera achegarse ás mozas de Corzos que gardan o seu gando.

No momento que pasan ó seu carón, a Moura deixa caer o seu peite.

Se a moza se para a recoller o peite, a Moura premia a súa bondade cunhas moedas de ouro.
Se a moza  segue o seu camiño e non se detén, a Moura castiga o desdén da doncela convertíndoa nunha pedra máis das moitas que hay no lugar”

Esta pequeña catarata se encuentra a escasos dos kilómetros del centro del pueblo, y llegar a ella da para un paseo tranquilo que termina entre los árboles. Paralelo a uno de los arroyos que desembocan en el embalse, mientras escuchas discurrir el agua entre las piedras.

Me la imagino en un día de niebla como aquel en que descubrimos el pueblo, o en medio de una de las nevadas que lo aislaban antaño durante semanas o incluso meses.  

Cuentos o Leyendas, creadas y contadas durante horas de pastoreo; o al calor de una hoguera en las largas noches de invierno.

Uno de esos lugares llenos de encanto y misticismo.

De Paz que no merece ser rota por la masa.

 “Non queremos facer fuxir ás Mouras”

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Nos vemos en el siguiente!!!

1 comentario:

  1. iurgi@rutaprojekt.com28 de abril de 2021, 6:29

    Muy chula la zona. Tendré que volver para hacer una visita y fotografiar a casa das pedriñas etc!
    Un saludo!

    ResponderEliminar

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